Vía: Carmelo Paiva. com
La presencia y actuación de Juan el Bautista fue profetizada, en el Antiguo Testamento. Se anuncia en Isaías (40, 3) “la voz que grita en el desierto: preparad el camino del Señor”; y en Malaquías (3, 1): “He aquí que voy a enviar a mi mensajero, que preparará el camino delante de mí”.
Ciertamente, Juan el Bautista, por el papel y las acciones que le toca realizar, demuestra que es el Elías que habría de venir. Ungió en el bautismo, y presentó oficialmente a Cristo ante Israel, proclamándolo como el verdadero Mesías. Tal como se dice en el Evangelio (Jn: 1, 36) “Al ver a Jesús que iba pasando, dijo:’Ese es el Cordero de Dios’ “. Por ello es que, sin duda alguna, se hace evidente su grandeza. Juan Bautista comenzó su misión en el año quince del Emperador Tiberio, es decir, en el año 27 de nuestra era; y se cuenta que su muerte ocurre con ocasión de un banquete dado por Herodes Antipas, Tetrarca de Galilea, al complacer una petición de Salomé, la joven hija de su cuñada Herodías.
Para el día 24 de junio, tiene reservada nuestra Iglesia universal la conmemoración del nacimiento de San Juan Bautista. La Iglesia celebra como fiesta de los santos, el día de su muerte; pero hay una excepción y es el caso de San Juan Bautista a quien se le asigna como fiesta el día de su nacimiento ocurrido seis meses antes del correspondiente a Nuestro Señor Jesucristo. Valga recordar que el Ángel informa a María que su parienta Isabel estaba “ya en el sexto mes del embarazo” (Lc. 1, 36). Es decir que la fecha del nacimiento de Juan es tres meses después de la Anunciación y seis meses antes de la Navidad.
Conviene hacer notar que, históricamente, San Juan el Bautista es el primer santo venerado en la Iglesia Universal con una fiesta litúrgica particular. San Agustín (354-430) nos dice que San Juan Bautista era conmemorado el 24 de junio en la Iglesia africana. Igualmente es antiquísima la celebración de la vigilia del Santo al cual dedicamos la presente nota. La Iglesia Católica evoca la muerte de San Juan Bautista, el 29 de agosto. Esta fiesta tiene su origen en Francia, en el siglo V, y en Roma en el siglo VI. La fecha corresponde al segundo hallazgo de la cabeza de Juan el Bautista, llevada en esa ocasión a la iglesia de San Silvestre de Roma.
Hijo de Zacarías, sacerdote de la ley judía, y de su esposa Isabel, descendientes de la casa de Aarón. Según las Sagradas Escrituras, Zacarías cuando estaba en el templo, en el ejercicio de su ministerio sacerdotal, tuvo la visión del Arcángel Gabriel y el anuncio de que su mujer, no obstante que era señalada como estéril, le daría un hijo. Su nombre, Juan, significa “Dios es propicio, misericordioso”. A Juan el Bautista se le considera el último de los profetas del antiguo y el nuevo testamento, y ciertamente el primer apóstol porque precede al Mesías y da testimonio de él. (Nuestro Señor Jesucristo dice que Juan es más que un profeta). Hay un pasaje donde Jesús, al referirse a Juan, dice: “Yo les aseguro que, entre los nacidos de mujer, no hay nadie mayor que Juan”. (Lc: 7,28).
Por la narración bíblica de la concepción, nacimiento, vida y obra, a Juan Bautista también puede aplicársele la sentencia de Jeremías (uno de los cuatro profetas mayores, aproximadamente 650-580 años antes de Jesucristo), quien señala: “Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré” (Jer.: 1,5). Igualmente la frase del Salmo 70: “en el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías”.
(Publicado en el Boletín de la Asociación de Jubilados BCV, Nº 69, Junio 2008)
Representación de la visita de la Virgen María a su prima Santa Isabel , por dos niñas de la U.E. E. "Estado Barinas". Barrio San José. Petare. Venezuela.
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