Funciones del Coordinador Pedagógico.
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[image: Coordinación Pedagógico. Maestra Asunción]
*A continuación se describen algunas de las funciones del Docente a cargo
de la Coordinación Pedagóg...
miércoles, 15 de agosto de 2012
15 de agosto de 1805. Juramento de Bolívar en el Monte Sacro.Ante su maestro Simón Rodríguez
¡Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por mi Patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español!. Este fue el juramento de Simón Bolívar en el Monte Sacro, Roma que hoy, 15 de agosto de 1805, alcanza 207 años.
Ante su maestro Simón Rodríguez, y su amigo Fernando Toro y Rodríguez, El Libertador hizo el juramento, para ese momento acababa de cumplir 22 y llevaba año y medio en Europa.
Bolívar llegó a la capital de Italia acompañado de su amigo Fernando Toro y de Rodríguez, por cuya iniciativa hicieron buena parte del viaje a pie desde Milán, donde habían visto la coronación de Napoleón. La ruta que siguieron cubrió Venecia, Ferrara, Bolonia y Florencia.
Fue un viaje de exploración y estudio de la historia y de la realidad de una nación que entonces era estaba en el centro de complejos procesos políticos. La discusión constante, las tertulias con gente de diversa condición, la visita a museos y bibliotecas fueron reanimando en él las inquietudes que su maestro ya había despertado cuando todavía era un muchacho rebelde. De eso quedó constancia en una carta del 19 de enero de 1824 cuando ya se había convertido en estadista.
Consideran sus biógrafos que cuando puso el pie en Roma, Bolívar ya parecía tener consciencia de su lugar en la historia. Así lo deja ver la más famosa carta que le escribió a su maestro en 1842, en la que le dice:
“¿Se acuerda Ud. cuando fuimos juntos al Monte Sacro en Roma, a jurar sobre aquella tierra santa la libertad de la patria? Ciertamente no habrá Ud. olvidado aquel día de eterna gloria para nosotros; día que anticipó, por decirlo así, un juramento profético a la misma esperanza que no debíamos tener”.
Ese juramento definió un camino que revolucionó una buena parte del mundo. Como dijo el historiador Augusto Mijares, “en ese momento podemos decir que nació El Libertador. Pues como lo escribiría posteriormente don Simón Rodríguez, anticipándose a una observación de Niezstche muy parecida: ‘Los bienhechores de la humanidad no nacen cuando empiezan a ver la luz, sino cuando empiezan a alumbrar ellos”.
Según escribió el maestro Simón Rodríguez, su alumno Bolívar, cuando comenzó a hablar en el Monte Sacro dijo “Este pueblo ha dado para todo; severidad para los viejos tiempos; austeridad para la República; depravación para los Emperadores; catacumbas para los cristianos; valor para conquistar el mundo entero; ambición para convertir todos los Estados de la tierra en arrabales tributarios; mujeres para hacer pasar las ruedas sacrílegas de su carruaje sobre el tronco destrozado de sus padres; oradores para conmover, como Cicerón; poetas para seducir con su canto, como Virgilio; satíricos, como Juvenal y Lucrecio; filósofos débiles, como Séneca; y ciudadanos enteros, como Catón.
Este pueblo ha dado para todo, menos para la causa de la humanidad: Mesalinas corrompidas, Agripinas sin entrañas, grandes historiadores, naturalistas insignes, guerreros ilustres, procónsules rapaces, sibaritas desenfrenados, aquilatadas virtudes y crímenes groseros; pero para la emancipación del espíritu, para la extirpación de las preocupaciones, para el enaltecimiento del hombre y para la perfectibilidad definitiva de su razón, bien poco, por no decir nada.
La civilización que ha soplado del Oriente, ha mostrado aquí todas sus fases, han hecho ver todos sus elementos; mas en cuanto a resolver el gran problema del hombre en libertad, parece que el asunto ha sido desconocido y que el despejo de esa misteriosa incógnita no ha de verificarse sino en el Nuevo Mundo”.
Luego vino el célebre juramento con el que iniciamos esta nota: “¡Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por mi Patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español!
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