Comunicar amor
Transmite tus valores y principios con enseñanzas, pero sobre todo con el ejemplo.
Formar hijos es formar personas
Es indudable que todos los padres amamos a nuestros hijos de manera entrañable. Pero también es muy cierto que el saber y poder comunicar el amor puede ser muy complicado. Si ellos no saben que los amamos, de nada sirve, así de dramático.
John Powell narra una historia que puede ilustrar esto muy claramente. “Un hombre de 40 años al que llamaremos Daniel, llega con el psiquiatra, ya que la muerte de su padre lo ha hecho caer en una depresión importante. En la consulta el doctor le pregunta si su infancia fue feliz, a lo que Daniel responde: ‘Puedo decir que sí, tuve unos padres que me cuidaron, me educaron dentro de una exigencia rigurosa, una buena educación, buen ejemplo y supongo que me amaron´.
- Entonces, pregunta el médico, ¿qué te trae por aquí?
‘Mi padre acaba de morir; al velorio asistieron muchos de sus amigos y compañeros de trabajo. Uno de ellos me comentó todo lo que mi padre platicaba sobre mi vida, mi trabajo, mis éxitos, y lo orgulloso que estaba de que yo fuera su hijo. Esto me dejó anonadado y me di cuenta de que en el fondo de mi corazón había una percepción dolorosa de que, por mucho que me esforzara, no le daba gusto, que no alcanzaba las metas que mi padre esperaba. ¡Lástima que nunca me dijo que estaba orgulloso de mí!”.
En mi experiencia como educadora, madre y asesora he leído libros sobre el tema y he aprendido que comunicar amor no es tan fácil como pareciera ser.
A continuación me gustaría compartirles unas ideas que quizá puedan servirles:
El fundamento para comunicar amor, es que sea amor incondicional. Amar a cada uno como si fuera el único, y amarlo tal y como es. Un niño que se siente amado de esta manera, responderá con mayor facilidad a la disciplina, aceptará las consecuencias de sus actos y desarrollará una personalidad segura de sí mismo y una buena autoestima.
Nunca compares a tus hijos entre hermanos o con otros niños.
Enséñalos a luchar por superarse a sí mismos, no a compararse con los demás.
Comunica tu amor con palabras de afirmación, “¡tú puedes!”, “¡qué bien!”, “¡te quiero!”, “¡estoy orgulloso de ti!”.
Cuando alguna conducta de tu hijo o hija no sea aceptable, establece consecuencias para la conducta. Pero no los culpes, olvida las frases de “tú siempre”, “tú nunca”, “eres flojo”, etc.
Señala la conducta que no es aceptable, como “sabes que no debes pegar a tu hermanita” o “no respetaste la hora de llegada a casa” y establece la consecuencia adecuada a la falta y la edad de cada hijo. Como dice el dicho: “señala el pecado, no al pecador.”
Respetando tu propio temperamento y el de cada uno, ten en cuenta que que el contacto físico es importante. Apapacha, abraza, besa, juega, da palmadas, lo que se te ocurra y busca que estas acciones estén de acuerdo también a la edad de cada uno.
Expresa tus sentimientos: “me gusta cuando…”. “me molesta que…”, me enoja tu comportamiento”. Claro también escucha lo que él tiene que decir y lo que siente.
Dedica tiempo especial a cada uno. Ya sé que trabajas mucho, que llegas a casa cansado, que son varios niños, pero el dedicar un momento especial a que cada niño se sienta importante por sí solo, lo hace sentir valorado y querido.
Enséñalos a ser serviciales dando tú el ejemplo, tanto en casa como comprometiéndote en labores sociales en beneficio a la comunidad, apoyo a los menos privilegiados o lo que puedas. Es como tus hijos tendrán actitudes de servicio cuando vayan creciendo.
Transmite tus valores y principios con enseñanzas, pero sobre todo con el ejemplo. Acuérdate que llega una edad en que los amigos y el grupo se vuelven factores de influencia muy importantes. Deben estar firmes en sus principios para tomar decisiones correctas.
Que en tu casa se viva un ambiente de cortesía y respeto. Las palabras “con permiso, por favor, gracias, lo siento, perdón” deben ser parte del vocabulario cotidiano.
No permitas que el enojo te descontrole y faltes al respeto a nadie. Puedes hacer mucho daño y recuerda, tus hijos te observan.
Por último, promueve que cada uno de tus hijos tengan “sueños” y proyectos de vida. Una idea es que cada quien tenga “mi libro de sueños” y apunte lo que le gustaría hacer, lograr, viajar, etc. y que lo revisen de cuando en cuando para compartirlo. Pero además, escriban sus sueños y metas en común, como familia, y alégrense cuando los logran.
Formar hijos es formar personas. No hay profesión, trabajo o realización más grande que ésta.
“Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño.
Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida.
Sin embargo en cada vuelo, en cada sueño, en cada vida, perdudará siempre la huella del camino enseñado”.
Madre Teresa de Calcuta
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