La paz es el fruto de la sana convivencia entre los seres humanos. Para hacerla posible es necesario un ordenamiento social justo, en el que todos los ciudadanos tengan las mismas oportunidades de desarrollarse como personas y les sean respetados sus derechos fundamentales. Los que practican la paz saben que ésta no es simplemente la ausencia de conflictos, pues los hombres siempre han sido y serán conflictivos, sino la capacidad de manejar dichos conflictos y superarlos por medio de métodos no violentos como la protesta pacífica, el diálogo y la negociación.
Para vivir en paz...
- La intransigencia, el fanatismo y la arrogancia de ciertas personas o grupos que pretenden imponer por la fuerza, sus ideas, su estilo de vida y sus creencias al resto de la población.
- Los atropellos, las injusticias, los crímenes y los horrores de todo tipo que se cometen contra los civiles indefensos por parte de quienes se tornan intolerantes ante las ideas ajenas y promueven los enfrentamientos armados.
- Las actividades ilícitas como el tráfico de armas, que financian las guerras, así como la indiferencia absoluta hacia el género humano de quienes manejan dichos negocios.
La violencia
La violencia es el uso de la fuerza para resolver los conflictos. En la mayoría de los casos aparece como resultado de la intolerancia y el desconocimiento entre personas de ideas, etnias, clases sociales, culturas o religiones diferentes. Incapaces de escuchar o aceptar opiniones o puntos de vista distintos de los suyos, los violentos se niegan a toda forma de diálogo o entendimiento y tratan de imponerse a como dé lugar, no importa si para ello tienen que amenazar, maltratar, aterrorizar e incluso asesinar a los que se les oponen.
Los frutos de la violencia, desde los tiempos más antiguos, no han sido otros que el odio, la destrucción y más violencia. Entre todos los antivalores, la violencia es el que más nos deshumaniza, llegando a convertimos en ocasiones en verdaderos monstruos.
CUENTO EN VERSO PARA TRABAJAR LA PAZ
EL CONSEJO DE FACUNDO
Una noche en la laguna
un mono, sobre la una,
fue a refrescarse una pata
y encontró un pastel de nata.
"Voy a comérmelo entero,
para eso lo vi el primero",
dijo el mono en un arbusto,
relamiéndose de gusto.
Y bajo la luna llena,
agitando su melena,
dijo airado el rey León,
enfadándose un montón:
"¡Ay!, de eso nada, monada,.
Esta tarta merengada
es mía según la ley;
¿no ves que yo soy el rey?"
La hipopótama Frasquilla
le gritó desde la orilla:
"Aunque tú seas monarca,
yo soy reina de esta charca
El pastel me pertenece.
Cariño, ¿no te parece?"
Y un hipopótamo enorme
le contestó: "Estoy conforme".
Llegó en ese mismo instante
Casimiro el elefante.
"¿Tendrá dentro trufa o moca?
Se me hace agua la boca.
Seguro que está de muerte,
y como soy el más fuerte
y todos me tienen miedo,
yo esta tarta me la quedo."
A rabazos, a zarpazos,
cabezazos y trompazos,
quisieron, con fuerza bruta,
acabar con la disputa.
Facundo el rinoceronte
bajó trotando del monte
a poner fin de una vez
a tamaña insensatez.
"¿Os parece bien, ceporros,
arreglar esto a mamporros?
Ser salvajes y violentos
sólo causa sufrimientos.
¡Vaya cuatro majaderos!
Estáis que da pena veros:
despeinados, magullados
y con los ojos morados."
Y mientras tanto el pastel
se lo llevó el sol con él:
la luz del amanecer
lo hizo desaparecer.
Y los cuatro, hechos un lío,
vieron el lago vacío:
el pastel tan deseado
no estaba por ningún lado.
"No tengáis pena ninguna
que volverá con la luna.
Poned todos atención,
¡ya tengo la solución!:
Repartid -dijo Facundo-,
que habrá para todo el mundo.
Pues compartiendo, además,
se disfruta mucho más.
Con gran fiesta y alborozo
comen cada noche un trozo.
El pastel tan singular
dura medio mes lunar.
Pero ya no sienten pena,
pues cuando haya luna llena
en la laguna de plata,
habrá otro pastel de nata.
Autora: Carmen Gil
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