En nuestra querida Venezuela, de tradición Mariana por excelencia, una de las advocaciones con que se le conoce a la Madre de Dios y contada entre las más antiguas del país, es la denominación de Nuestra Señora de Copacabana. Este nombre que lo lleva orgullosamente la iglesia fundadora de la ciudad de Guarenas, tuvo su origen en una revelación sobrenatural vivida por un indígena de nombre Tito Yupanqui.
El aborigen convertido al cristianismo, buscaba afanosamente propagar la fe y la conversión de sus demás hermanos de raza”, en la población de Copacaguanas, hoy territorio boliviano, según la investigación del historiador, Lucas G. Castillo Lara, plasmada en la obra: “Nuestra Señora de la Copacabana de Guarenas, apuntes para su historia colonial”.
Señala el referido libro que la advocación de Nuestra Señora de Copacabana, un nombre de sonora belleza que ostenta Guarenas, desde el mismo momento de su erección, tenía una honda raigambre indígena que enlazaba muy bien con la semilla autóctona de esta población. La fecha de fundación de Guarenas quedó establecida el 14 de febrero de 1621 y la de su fiesta patronal todos los 21 de noviembre.
En el expediente de erección de Guarenas, aparece escrito Copacagan y en otros lugares Copacaguan, pero transmutados posteriormente como Copacabana que es el nombre con que se le conoce en la actualidad.
En realidad, el nombre exacto de la Virgen era Copacaguanas y ello se derivaba del pueblo del mismo nombre donde se inició la devoción, ubicada “entre los repartimientos y pueblos indios de la ciudad de La Paz, hoy Bolivia. Ese pueblo de Copacaguanas estaba ubicado en la Península de igual designación, en el Lago de Titicacas.
En Copacaguanas, que en lenguaje quéchua significa “miradero de la piedra sagrada”, comienza entonces la advocación de Nuestra Señora de Copacabana, según escribe Castillo Lara. Agrega que en este pueblo moraba un indígena llamado Don Francisco Tito Yupanqui, quien soñaba elaborar con sus propias manos una imagen de la señora celestial.
Pero Yupanqui no era escultor ni artista; y aunque tampoco tenía las cualidades de un artesano, sí contaba con una fe inspirada que lo hacía buscar en lo plástico una representación de la misticidad que llevaba por dentro.
Un día tuvo una revelación y vio en su cuarto la visión de una señora dulce y grave aspecto, vestida de amplio manto que le caía en numerosos pliegues. En su brazo izquierdo sostenía un niño cuya cabecita se recostaba en el materno seno, y en la mano sostenía un cirio.
“Yupanqui como no tenía ninguna técnica, hizo una imperfecta y tosca imagen de barro”, que pudo ir modelando poco a poco con la ayuda de algunos conocedores del arte, tanto en Copacaguanas como Potosí, a donde se fue a radicar en su empeño de mejorar la imagen por él realizada.
Un especial apoyo fue el que le brindó Don Francisco de Viracocha, un pariente de los más principales de la familia imperial de Los Incas, también avecindado en el lugar, quien le permite, previo acuerdo con las tres tribus más importantes de la zona, regresar del Potosí la tosca imagen.
Fue así como ayudado por artistas y otras personas, que la irregular imagen tomó forma definitiva y aparece en 1583, como patrona de la población de Copacaguanas.
“Desde allí vino a Venezuela una copia de la imagen y fue colocada en la primitiva Ermita de San Pablo, según Arístides Rojas, por intermedio del obispo Fray Antonio Alcega, allá por los años 1607 a 1608, pero, al parecer, la devoción llegó mucho antes por intermedio del Capitán Sebastián Díaz de Alfaro, fundador de San Sebastián de Los Reyes, quien la dotó en su testamento de mandas para el culto”.
Comenta Lucas Castillo Lara, que “el autor del nombre de Copacabana para Guarenas debió ser el mismo Gobernador La Hoz Berrío, quien era muy devoto de esa virgen y propagaba el culto”. Así también, “entre los objetos litúrgicos que los Encomenderos debieron suplir para la Iglesia del recién fundado pueblo de Guarenas, estaba la imagen de la patrona. Al principio debió ser un pequeño cuadro, que poco después fue sustituido por una imagen en madera de cedro, en cuyo pie estaba grabada la fecha de 1626”, tal como se conoce hoy en día.
A decir del Hermano Nectario María, refiere Lucas Castillo Lara, “es la imagen labrada en cedro y representa a la madre de Dios, en pie, con las manos cruzadas sobre el pecho… Su altura es de 16 centímetros; y descansa sobre una peana de madera que tiene forma de florero y que mide 11 centímetros en su mayor anchura”.
Es esta la patrona que distintas generaciones de guareneros han festejado. Es esta Nuestra Señora de Copacabana, que día a día y con “amoroso desvelo” observa y orienta desde lo alto de la nave central del templo dedicado a su nombre, el impulso de la fe y el progreso de la zona donde también se hará realidad el Reino de los Cielos.
Desde allí entrega a todos, el maternal afecto, cual homenaje para la posteridad al empeño de Tito Yupanqui, que hace recordar el sentido espiritual de todos los hombres y mujeres de esta tierra. ¡Felicidades guareneros!
¡Salve Virgen de Copacabana!
Fuente: Nuestra Señora de la Copacabana de Las Guarenas. Autor: Lucas G. Castillo Lara.
Recopila: Ramón Antonio Pérez.
El aborigen convertido al cristianismo, buscaba afanosamente propagar la fe y la conversión de sus demás hermanos de raza”, en la población de Copacaguanas, hoy territorio boliviano, según la investigación del historiador, Lucas G. Castillo Lara, plasmada en la obra: “Nuestra Señora de la Copacabana de Guarenas, apuntes para su historia colonial”.
Señala el referido libro que la advocación de Nuestra Señora de Copacabana, un nombre de sonora belleza que ostenta Guarenas, desde el mismo momento de su erección, tenía una honda raigambre indígena que enlazaba muy bien con la semilla autóctona de esta población. La fecha de fundación de Guarenas quedó establecida el 14 de febrero de 1621 y la de su fiesta patronal todos los 21 de noviembre.
En el expediente de erección de Guarenas, aparece escrito Copacagan y en otros lugares Copacaguan, pero transmutados posteriormente como Copacabana que es el nombre con que se le conoce en la actualidad.
En realidad, el nombre exacto de la Virgen era Copacaguanas y ello se derivaba del pueblo del mismo nombre donde se inició la devoción, ubicada “entre los repartimientos y pueblos indios de la ciudad de La Paz, hoy Bolivia. Ese pueblo de Copacaguanas estaba ubicado en la Península de igual designación, en el Lago de Titicacas.
En Copacaguanas, que en lenguaje quéchua significa “miradero de la piedra sagrada”, comienza entonces la advocación de Nuestra Señora de Copacabana, según escribe Castillo Lara. Agrega que en este pueblo moraba un indígena llamado Don Francisco Tito Yupanqui, quien soñaba elaborar con sus propias manos una imagen de la señora celestial.
Pero Yupanqui no era escultor ni artista; y aunque tampoco tenía las cualidades de un artesano, sí contaba con una fe inspirada que lo hacía buscar en lo plástico una representación de la misticidad que llevaba por dentro.
Un día tuvo una revelación y vio en su cuarto la visión de una señora dulce y grave aspecto, vestida de amplio manto que le caía en numerosos pliegues. En su brazo izquierdo sostenía un niño cuya cabecita se recostaba en el materno seno, y en la mano sostenía un cirio.
“Yupanqui como no tenía ninguna técnica, hizo una imperfecta y tosca imagen de barro”, que pudo ir modelando poco a poco con la ayuda de algunos conocedores del arte, tanto en Copacaguanas como Potosí, a donde se fue a radicar en su empeño de mejorar la imagen por él realizada.
Un especial apoyo fue el que le brindó Don Francisco de Viracocha, un pariente de los más principales de la familia imperial de Los Incas, también avecindado en el lugar, quien le permite, previo acuerdo con las tres tribus más importantes de la zona, regresar del Potosí la tosca imagen.
Fue así como ayudado por artistas y otras personas, que la irregular imagen tomó forma definitiva y aparece en 1583, como patrona de la población de Copacaguanas.
“Desde allí vino a Venezuela una copia de la imagen y fue colocada en la primitiva Ermita de San Pablo, según Arístides Rojas, por intermedio del obispo Fray Antonio Alcega, allá por los años 1607 a 1608, pero, al parecer, la devoción llegó mucho antes por intermedio del Capitán Sebastián Díaz de Alfaro, fundador de San Sebastián de Los Reyes, quien la dotó en su testamento de mandas para el culto”.
Comenta Lucas Castillo Lara, que “el autor del nombre de Copacabana para Guarenas debió ser el mismo Gobernador La Hoz Berrío, quien era muy devoto de esa virgen y propagaba el culto”. Así también, “entre los objetos litúrgicos que los Encomenderos debieron suplir para la Iglesia del recién fundado pueblo de Guarenas, estaba la imagen de la patrona. Al principio debió ser un pequeño cuadro, que poco después fue sustituido por una imagen en madera de cedro, en cuyo pie estaba grabada la fecha de 1626”, tal como se conoce hoy en día.
A decir del Hermano Nectario María, refiere Lucas Castillo Lara, “es la imagen labrada en cedro y representa a la madre de Dios, en pie, con las manos cruzadas sobre el pecho… Su altura es de 16 centímetros; y descansa sobre una peana de madera que tiene forma de florero y que mide 11 centímetros en su mayor anchura”.
Es esta la patrona que distintas generaciones de guareneros han festejado. Es esta Nuestra Señora de Copacabana, que día a día y con “amoroso desvelo” observa y orienta desde lo alto de la nave central del templo dedicado a su nombre, el impulso de la fe y el progreso de la zona donde también se hará realidad el Reino de los Cielos.
Desde allí entrega a todos, el maternal afecto, cual homenaje para la posteridad al empeño de Tito Yupanqui, que hace recordar el sentido espiritual de todos los hombres y mujeres de esta tierra. ¡Felicidades guareneros!
¡Salve Virgen de Copacabana!
Fuente: Nuestra Señora de la Copacabana de Las Guarenas. Autor: Lucas G. Castillo Lara.
Recopila: Ramón Antonio Pérez.
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