jueves, 7 de mayo de 2015

Vida de Santos:Santo Domingo Savio (1842-1857). Su fiesta se celebra el 6 de Mayo



Biografía de Santo Domingo Savio
Santo Domingo Savio
San Juan Bosco, fundador de la Congregación Salesiana y el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, tuvo miles de alumnos, entre los cuales el más famoso fue Santo Domingo Savio, joven estudiante que murió con sólo 14 años de edad.

Domingo Savio nació en Riva de Chieri (Italia) el 2 de abril de 1842. Era el mayor de los cinco hijos de Ángel Savio, un mecánico muy pobre, y de Brígida, una sencilla mujer que ayudaba a la economía familiar haciendo costuras para sus vecinas.

Desde muy pequeño, le agradaba mucho ayudar a la Santa Misa como acólito, y cuando llegaba al templo muy temprano y se encontraba cerrada la puerta, se quedaba allí de rodillas adorando a Jesús Eucaristía, mientras llegaba el sacristán a abrir.

El día anterior a su primera confesión, pidió perdón a su madre por todos los disgustos que le había proporcionado con sus defectos infantiles. El día de su primera comunión redactó los siguientes propósitos:

- Me confesaré muy a menudo y recibiré la sagrada comunión siempre que el confesor me lo permita.

- Quiero santificar los días de fiesta.

- Mis amigos serán Jesús y María.

- Antes morir que pecar.

San Juan Bosco y Domingo Savio

A los 12 años se encontró por primera vez con San Juan Bosco y le pidió que lo admitiera gratuitamente en el colegio que el santo tenía para niños pobres. Don Bosco, para probar su memoria y su disposición a estudiar, le dio un libro y le dijo que se aprendiera un capítulo. Poco tiempo después llegó Domingo Savio y le recitó de memoria todo aquel capítulo. San Juan Bosco lo aceptó y Domingo, muy alegre por aquella noticia, le dijo a su educador: "Ud. será el sastre. Yo seré el paño. Y haremos un buen traje de santidad para obsequiárselo a Nuestro Señor". Esto se cumplió admirablemente.

San Juan Bosco y Domingo SavioUn día le dijo a su santo confesor que cuando iba a bañarse a un pozo en especial, allá escuchaba malas conversaciones. El sacerdote le dijo que no podía volver a bañarse ahí. Domingo obedeció aunque esto le costaba un gran sacrificio, pues hacía mucho calor y en su casa no había baño de ducha. Y San Juan Bosco añade al narrar este hecho: "Si este jovencito hubiera seguido yendo a aquel sitio no habría llegado a ser santo". Pero la obediencia lo salvó.

Cierto día, dos compañeros se desafiaron a pelear a pedradas. Domingo Savio trató de apaciguarlos pero no le fue posible. Entonces, cuando los dos chicos estaban listos para lanzarse las primeras piedras, Domingo se colocó en medio de los dos con un crucifijo en las manos y les dijo: "Antes de lanzaros las piedras, decid: Jesús murió perdonando a los que lo crucificaron y yo no quiero perdonar a los que me ofenden". Los dos enemigos se dieron la mano, hicieron las paces, y no se realizó la tal pelea. Durante muchos años, recordaron con admiración este modo de obrar de su amigo santo.

Cada día, Domingo iba a visitar al Santísimo Sacramento en el templo, y en la santa Misa, después de comulgar, se quedaba como en éxtasis hablando con Nuestro Señor. Un día no fue a desayunar ni a almorzar, lo buscaron por toda la casa y lo encontraron en la iglesia, como suspendido en éxtasis. No se había dado cuenta de que ya habían pasado varias horas. Tanto le emocionaba la visita de Jesucristo en la Santa Hostia.

Por tres años se ganó el Premio de Compañerismo, por votación popular entre los 800 alumnos. Los compañeros se admiraban de verlo siempre tan alegre, tan amable, y tan servicial con todos. Él repetía: "Nosotros demostramos la santidad, estando siempre alegres".

Con los mejores alumnos del colegio fundó una asociación llamada "Compañía de la Inmaculada", para animarse unos a otros a cumplir mejor sus deberes y a dedicarse con más fervor al apostolado. Y es curioso que de los 18 jóvenes con los cuales dos años después fundó San Juan Bosco la Comunidad Salesiana, 11 eran de la asociación fundada por Domingo Savio.

En un sueño - visión, supo que Inglaterra iba a dar pronto un gran paso hacia el catolicismo. Y esto sucedió varios años después al convertirse el futuro Cardenal Newman y varios grandes hombres ingleses al catolicismo. Otro día supo por inspiración que debajo de una escalera, en una casa lejana, se estaba muriendo una persona y que necesitaba los últimos sacramentos. El sacerdote fue allá y le ayudó a bien morir.

Al corregir a un joven que decía malas palabras, el otro le dio un bofetón. Domingo se enrojeció y le dijo: "Te podía pegar yo también porque tengo más fuerza que tú. Pero te perdono, con tal de que no vuelvas a decir lo que no conviene decir". El otro se corrigió y en adelante fue su amigo.

Un día hubo un grave desorden en clase. Domingo no participó en él, pero al llegar el profesor, los alumnos más indisciplinados le echaron la culpa de todo. El profesor lo regañó fuertemente y lo castigó. Domingo no dijo ni una verdad, el profesor le preguntó por qué no se había defendido y él respondió: "Es que Nuestro Señor tampoco se defendió cuando lo acusaron injustamente. Y además, a los promotores del desorden sí los podían expulsar si sabían que eran ellos, porque ya han cometido faltas. En cambio a mí, como era la primera falta que me castigaban, podía estar seguro de que no me expulsarían". Muchos años después, el profesor y los alumnos recordaban todavía con admiración tanta fortaleza en un niño de salud tan débil.

La madre de San Juan Bosco, mamá Margarita, le decía un día a su hijo: "Entre tus alumnos tienes muchos que son maravillosamente buenos. Pero ninguno iguala en virtud y en santidad a Domingo Savio. Nadie tan alegre y tan piadoso como él, y ninguno tan dispuesto siempre a ayudar a todos y en todo".

San Juan Bosco era el santo de la alegría. Nadie lo veía triste jamás, aunque su salud era muy deficiente y sus problemas enormes. Pero un día los alumnos lo vieron extraordinariamente serio. ¿Qué pasaba? Era que se alejaba de su colegio el más amado y santo de todos sus alumnos: Domingo Savio. Los médicos habían dicho que estaba tosiendo demasiado y que se encontraba demasiado débil para seguir estudiando, y que tenía que irse por unas semanas a descansar en su pueblo. Cada mes, en el Retiro Mensual se rezaba un Padrenuestro por aquel que habría de morir primero. Domingo les dijo a los compañeros: "el Padrenuestro de este mes será por mí". Nadie se imaginaba que iba a ser así, y así fue. Cuando Domingo se despidió de su santo educador que en sólo tres años de bachillerato lo había llevado a tan grande santidad, los alumnos que lo rodeaban comentaban: "Mirad, parece que Don Bosco va a llorar". - Casi que se podía repetir aquel día lo que la gente decía de Jesús y su amigo Lázaro: "¡Mirad, cómo lo amaba!".

Domingo Savio estaba preparado para partir hacia la eternidad. Los médicos y especialistas que San Juan Bosco contrató para que lo examinaran comentaban: "El alma de este muchacho tiene unos deseos tan grandes de irse a donde Dios, que el débil cuerpo ya no es capaz de contenerla más. Este jovencito muere de amor, de amor a Dios". Y así fue.

Santo Domingo Savio con la Virgen

Santo Domingo Savio con la Virgen.El 9 de marzo de 1857, cuando estaba a punto de cumplir los 15 años, y cursaba el grado 8º de bachillerato, Domingo, después de confesarse y comulgar y recibir la Unción de los enfermos, sintió que se iba hacia la eternidad. Llamó a su padre para que le rezara oraciones del devocionario junto a su cama. Su madre no se sintió con fuerzas de acompañarlo en su agonía y su fue a llorar a una habitación cercana. Y a eso de las 9 de la noche exclamó: "Papá, papá, qué cosas tan hermosas veo" y con una sonrisa angelical expiró dulcemente.

A los ocho días, su padre sintió en sueños que Domingo se le aparecía para decirle muy contento que se había salvado. Y unos años después se le apareció a San Juan Bosco, rodeado de muchos jóvenes más que estaban en el cielo. Venía hermosísimo y lleno de alegría. Y le dijo: "Lo que más me consoló a la hora de la muerte fue la presencia de la Santísima Virgen María. Recomiéndele a todos que le recen mucho y con gran fervor. Y dígales a los jóvenes que los espero en el Paraíso".

La causa de beatificación de Domingo se introdujo en 1914. Fue beatificado el 5 de marzo de 1949 por Pío XII y canonizado por el mismo Papa el 12 de junio de 1954. Su fiesta se celebra el 6 de mayo.

Con motivo del 50.º aniversario de su canonización, durante el 2005, las reliquias de Santo Domingo Savio fueron llevadas en peregrinación por los salesianos a Italia, Libia, Siria y España.


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