1. Salir juntos.
Al principio no será sencillo, pero dedicarle algunos minutos de tu tiempo le demostrará a tu hijo que realmente te preocupas por él. Con el paso del tiempo, compartirán momentos más agradables.
2. Dar razones.
Cuando alguien está de mal humor, lo ideal es que se lo explique a los demás. Así, estarán conscientes de que ellos no tienen nada que ver con este mal estando. Igualmente, piensa que si tu hijo se comporta mal, puede que no tenga nada que ver contigo. No lo hace por “fastidiarte”.
3. Honestidad.
Cultiva este valor en casa, que no hay lugar para las mentiras. Solamente si tu hijo te confía un secreto, manten la confidencialidad y dale las herramientas que necesite para que resuelve el problema por su cuenta.
4. No eres su amigo.
Los adolescentes ya no son niños, pero siguen necesitando de sus padres. Amigos tendrán por montones. Aunque ya no les hables con órdenes, tu autoridad tiene que hacerse sentir.
5. Disculparse.
Cuando cometas un error, pídele perdón. Recuerda que las buenas conductas empiezan por el ejemplo.
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