Simón Rodríguez fue un pedagogo, pensador y escritor, fue un crítico reformador de la educación.
Ya en 1794 presentó al Cabildo de Venezuela un proyecto de Escuelas Públicas, donde analizaba el sistema educativo para aquel entonces, y planteaba la necesidad de la participación activa de los alumnos, exponiendo sus ideas. Pero las autoridades coloniales no le prestaron ninguna atención.
Con sus enseñanzas despertó en Bolívar ideales independentistas. Con él viajo por Europa, y en el Monte Sacro, una de las siete colinas de Roma, recoge para la posteridad el juramento del Libertador sobre su deseo de libertar a su patria grande: América.
Simón Rodríguez, además de su conocimiento y talento como educador, sintió también la inquietud de la libertad. Usó el seudónimo de Samuel Robinson.
En los años finales de su vida, Simón Rodríguez viaja a Perú, donde muere en el pueblo de Amotape, el 17 de julio de 1853. Setenta años después, sus restos fueron trasladados al Panteón de los Próceres en Lima, y desde allí, al siglo justo de su fallecimiento, fueron devueltos a Caracas y reposan en el Panteón Nacional.
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