viernes, 1 de enero de 2016

7 cosas que hacemos los docentes y que matan la creatividad de los alumnos


La creatividad consiste en asumir riesgos y, por eso, necesita de cierto entrenamiento emocional. Sí, como lo oyes, la creatividad se entrena. Es verdad que hay personas que tienen muy integrada esta capacidad, casi de forma innata; pero lo más frecuente es que, conforme resultamos victoriosos de los retos que nos hemos marcado, aumente la confianza en nosotros mismos y seamos capaces de afrontar nuevos desafíos.

Por eso, es esencial que los adultos –y en especial los maestros y padres– tengamos claro que nuestro papel es fundamental para el desarrollo de la creatividad en los niños y que, tal como existen algunas prácticas que son muy positivas para potenciarla, también las hay que no lo son para nada.
¿Quieres conocer cuáles son las prácticas que hacemos habitualmente en la escuela y matan la imaginación de nuestros alumnos? Continúa leyendo.

1. No saltarnos de tanto en tanto el temario

¡Qué locura dirás! Las planificaciones están bien, nos ayudan a organizarnos y cumplir unos objetivos; pero recuerda que de nada valen si no incluyen las motivaciones e intereses de tus alumnos. ¡Introduce las preocupaciones e ideas de tus estudiantes en el día a día!

2. Hacer todos lo mismo en plástica (u otras materias)

La Educación Plástica nos invita a crear y divertirnos, y pone en práctica nuestras habilidades desde el minuto 0. Sin embargo, por costumbre, tendemos a pedir a nuestros alumnos que repliquen modelos que los maestros ya les damos, es decir, que hagan todos lo mismo y de la misma forma: “Hoy vamos a hacer todos una manzana con plastilina”, “hoy toca pintar con acuarelas”.
Con esta práctica, estamos obviando su creatividad para resolver situaciones y les estamos negando la posibilidad de conocerse mejor a sí mismos. Planteémoslo, entonces, de la siguiente forma: “¿Por qué no buscáis una manera de expresar cómo os sentís hoy?” “¿Qué tal si hoy me mostráis algo que os guste mucho: ¡podéis utilizar la técnica que queráis!”

3. No dar el mismo valor a todas las Inteligencias y materias

Muchas asignaturas han desaparecido prácticamente de nuestros planes de estudio para dar preferencia a otras. El caso más claro es el de las Humanidades y de ahí que nuestros alumnos no tengan casi contacto con algunas áreas como la danza, el cine, el teatro o la poesía. Esto resulta una traba para que nuestros pequeños exploren sus propios talentos y puedan experimentar.

4. No premiar la iniciativa y la actitud emprendedora

¿Cuándo fue la última vez que premiaste la iniciativa? Si uno de tus alumnos se ha esforzado en encontrar una solución alternativa o ha hecho más allá de lo estrictamente demandado, ¡destácalo! Es importante que les recuerdes a menudo que no todo tiene por qué hacerse de la misma manera y que cada uno debe encontrar sus propias “maneras” de hacer las cosas.

5. No hablar de emociones

Como te decía al inicio del artículo, la creatividad se basa en gran parte en asumir riesgos y, para arriesgar, hay que confiar en uno mismo y tener una buena autoestima. Los niños necesitan de las palabras de ánimo y del afecto de sus referentes para ir ganando en seguridad dentro de los entornos que no conocen y así superar sus miedos en las materias o contenidos nuevos.
Así, es imprescindible que los maestros (y papás) estemos atentos a cómo se sienten nuestros alumnos, y les ofrezcamos el espacio para expresarse.

6. Dar demasiada importancia a los errores

Cuando nuestros alumnos se equivocan en su tarea, nuestra respuesta automática es la de corregirles e indicarles en qué han fallado. Por supuesto, es bueno detectar los errores para modificarlos y poder avanzar. Sin embargo, también lo es que les recordemos lo mucho que han aprendido, lo que sí que saben hacer bien y el esfuerzo que ponen a diario. En ocasiones este último mensaje queda más diluido, no ponemos tanto énfasis como en el anterior, y esto no es nada justo para el niño. En este sentido destacamos, por ejemplo, el método del bolígrafo verde que destaca los aciertos en lugar de los errores.

7. No tener tiempo para proyectos personales

El horario de estudios es ajustado pero… ¿por qué no incorporar un ratito para que los alumnos desarrollen sus propios proyectos? Es decir, si sienten curiosidad por los insectos o les apasionan los trenes, sería genial dedicar un tiempo semanal para que investiguen guiados por un adulto, por su profesor. Pues, al final, la curiosidad y el autoconocimiento son las bases para la creatividad.
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