La voz "petare" tiene su origen en los vocablos
"pet" y "are", ambos pertenecientes a la lengua caribe
hablada por los indígenes mariches, habitantes precolombinos de la zona al este
de Caracas. Estas dos palabras signican "cara" y "río"
respectivamente, lo cual permite concluir que Petare significa "lugar de
cara o frente al río", en clara alusión a la situación geográfica del
núcleo fundacional, ubicado en las orillas del río Guaire (principal cuerpo de
agua del valle de Caracas) y de la quebrada Caurimare
El 17 de febrero de 1621, el capitán Pedro Gutiérrez de Lugo
y el padre Gabriel de Mendoza fundaron el pueblo del Dulce Nombre de Jesús de
Petare, sobre una pequeña colina bordeada por la quebrada El Oro y los ríos
Caurimare y Guaire. Precisamente, Petare es un vocablo que deriva de la lengua
caribe cuyo significado es De cara al río (pet: cara y are: río), en clara
mención a las corrientes de agua que fluyen por el sitio.
Los mariches, grupo indígena perteneciente a la familia
lingüística caribe, habitaron estas tierras hasta 1573, cuando su principal
cacique, el aguerrido Tamanaco, murió a manos del conquistador español Pedro
Alonso Galeas. A partir de entonces comenzó el sometimiento de los aborígenes y
la repartición de las primeras encomiendas a cargo de Diego de Losada, Juan
Gallegos, Sebastián Díaz Alfaro y Francisco Fajardo.
Según el uso de la época, los colonizadores, españoles
canarios en su mayoría, construyeron la villa siguiendo la forma cuadricular de
la plaza central, a cuyo alrededor ubicaron la iglesia, los primeros edificios
públicos, el mercado y las viviendas de las familias más notables.
En el fértil valle mariche proliferaron las haciendas de
café, cacao, maíz y caña de azúcar; ésta última era procesada en los trapiches
cercanos para extraer el dulce papelón y el amargo aguardiente. Estos
sembradíos abastecían de alimentos no sólo a los pobladores del Dulce Nombre de
Jesús, sino también a sus vecinos de Caracas. Entre las más importantes se
encontraban La Bolea, Los Marrones, La Urbina, Los Ruices, El Marqués,
Macaracuay y Güere-Güere (hoy Urbanización La California Norte).
La fecundidad del suelo y el agradable clima atrajeron a
destacadas personalidades caraqueñas. Andrés Bello, José Félix Ribas, José
Antonio Rodríguez Domínguez, Manuel de Clemente y Francisco de Berroterán
(marqués del Valle de Santiago) formaron parte del selecto grupo de huéspedes
que adquirieron propiedades para el cultivo y el descanso.
Los Caminos Reales también contribuyeron con el desarrollo
de la economía local. Esta importante red de vías formaba un cruce en Petare,
convirtiendo al pequeño pueblo en una parada obligada para los viajeros y
comerciantes que transitaban desde Caracas, Baruta y El Hatillo hacia Guarenas
y Mariches. Justo donde confluían estas rutas tenía lugar un dinámico
intercambio de productos agrícolas y mercancías en general. El sitio
posteriormente tomó el nombre de Los Portales. Entre los Caminos Reales
destacaba el que unía a Caracas con Petare y que desde la Quebrada de Santa
Rosa pasaba a Sabana Grande (por la Calle Real de Sabana Grande), Chacao, Los
Dos Caminos, Boleita y Petare propiamente, es decir, lo que se conoce como el
casco colonial de la ciudad. Casi sin modificaciones, este Camino Real de
Petare se convirtió, hacia mediados del siglo XX, en la Avenida Francisco de
Miranda, lo que explica el trazado de la misma, con curvas bastante suaves,
pero sin tener tramos rectilíneos (es lo mismo que sucede en Nueva York con la
avenida Broadway, que es la única calle que no es rectilínea de la ciudad por
ser el antiguo camino colonial que unía el norte con el sur de la isla de
Manhattan).