sábado, 6 de septiembre de 2014

7 Consejos para gestionar correctamente el “tiempo” de una clase

Cuántas veces hemos visto en series y películas de televisión la escena en la que el un profesor acaba una frase, una reflexión o un comentario y, en ese preciso momento, suena el timbre que da por finalizada la clase. Seguro que a muchos de vosotros os gustaría que ese “control” que tienen los profesores en las películas también se diera en vuestras clases.

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Pues bien, en el artículo de hoy me gustaría daros algunas pautas para que vuestro deseos de controlar el “tempo” de una clase se convierta en algo normal. Os aseguro que no es para nada difícil. Tan sólo hay que seguir una serie de pautas que no entorpecen nuestra actividad docente.

1. Reloj propio. Es muy habitual que en las aulas existan relojes de pared. Nunca os fiéis de ellos ya que os perjudicarán más que ayudarán. Debéis llevar vuestro propio reloj y siempre sincronizado al segundo con la alarma del centro. Seguramente habréis observado que en vuestras aulas algunos alumnos llevan relojes digitales sincronizados al momento. ¿Por qué nosotros no podemos hacer lo mismo? No podemos olvidar que los docentes somos “esclavos del tiempo”, ya que es el propio tiempo el que determina nuestra actividad diaria. Es por ello que, ya que no podemos cambiar esta situación, debemos intentar revertirla para que juegue en nuestro favor. Sabiendo exactamente la hora en que acaba la sesión lectiva podremos jugar con una ligera ventaja y gestionar de forma más segura el “tempo” de nuestras clases.

2. Preparación. Personamente soy un profesor muy poco dado a la improvisación. Me refiero a la improvisación fruto de la poca preparación de una sesión lectiva. Yo recomiendo preparar la clase al milímetro, porque ello me permitirá que sea yo quien controle el tiempo de la clase y no el tiempo o los propios alumnos. Debemos evitar que durante la sesión se creeen huecos o que sistemáticamente nuestras clases acaben siempre varios minutos antes de que suene el timbre. Los alumnos se acostumbran muy rápidamente a este tipo de dinámicas y suele ser portadora de conflictos.

3. Actividades. Siempre que sea posible es conveniente que la última parte de la sesión lectiva finalice con la parte procedimental, es decir, que los alumnos puedan practican aquello que han aprendido mediante ejercicios, problemas, mapas conceptuales… Basta con calcular el tiempo que necesitarán para realizar las actividades con el tiempo que falta para que suene el timbre.

4. Material audiovisual. Normalmente, en casi todas las unidades didáctica que llevo a cabo, siempre tengo varios vídeos, fotografías, poemas, fragmentos de películas y series que utilizo cuando no he calculado del todo bien la duración de la sesión lectiva. Basta llevar un USB con ese material para disponer de él en los últimos minutos de la clase hasta que suene el timbre. A mí es un tipo de tarea que me gusta llevar a cabo en las últimas sesiones del día o hacia el final de la semana. Relaja a los alumnos y aumenta el silencio en el aula.

5. Respeto al timbre. Otro aspecto fundamental que me gustaría remarcar es que siempre hay que respetar el tiempo que dura una clase. Frases como “el timbre soy yo”, “la clase acaba cuando yo lo diga” os aseguro que no benefician en nada la relación que se establece entre alumno-profesor-asignatura. Hay profesorado que abusa de ello y quiero pensar que es por culpa de una mala planificación de la sesión lectiva. Además, sabéis que siempre es una fuente de conflicto, sobre todo, si alargamos las clases cuando toca patio. Los alumnos lo relacionan con un castigo. Soy partidario de alargar las clases sólo en casos excepcionales y siempre a petición de una parte considerable del alumnado.

6. Anécdotas. Otro recurso muy válido para cuadrar una sesión lectiva es el uso de la anécdota. Os recomiendo que siempre tengáis en la recámara de vuestras clases alguna anécdota que contar a vuestros alumnos. Estas son muy útiles cuando nos damos cuenta de que nuestro ritmo de explicación y el suyo no es el más adecuado. Sirve para que los alumnos puedan descansar, rebaja la tensión de clase, favorece el silencio en el aula y aumenta la empatía con los alumnos. Es importante recordar que no hay que confundir las anécdotas con el hecho de contar nuestra vida. En mi caso me valgo de muchas anécdotas para facilitar la comprensión de algunos contenidos, ya que los alumnos al estar más atentos, tienden fácilmente a recordarla. Al hacerlo tienen más facilidad para luego relacionarla con el contenido pertinente de la asignatura. ¡Qué somos los docentes más que contadores de historias!

7. Experiencia. No cabe duda de que el mayor consejo que puedo daros es el valor adquirido con la experiencia. Con los años el profesor va adquiriendo una habilidad para gestionar minuto a minuto el tiempo de una sesión lectiva. Es como si llevara un reloj interno. A veces incluso puede llegar a prescindir del reloj para gestionar una sesión lectiva. Se trata de hacer que la experiencia la gestora de nuestro tiempo de clase.

Os puedo asegurar que el control del “tempo” de una clase siempre requiere de un aprendizaje, pero no debemos olvidar que nosotros podemos llegar a gestionarlo y a controlarlo. Os puedo asegurar que la satisfacción de acabar con una frase, un verso, una imagen es una sensación realmente gratificante. Seguro que muchos de vosotros la habéis experimentado. Ahora sólo se trata de transformar la excepcionalidad en hábito.

“APROVECHAD EL TIEMPO QUE VUELA TAN APRISA,

EL ORDEN OS ENSEÑARÁ A GANAR TIEMPO”

(JOHANN W. GOETHE)

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