viernes, 15 de junio de 2012

La Heroína Eulalia Buroz en Mamporal


       El sábado 13 de diciembre de 1975 deberá ser una fecha para el recuerdo por el extraordinario significado que tiene el acto que en ese día celebramos. Siempre el retorno a casa de un hijo ausente es motivo de alegría, entonces ¿qué inmenso debe ser el alborozo ahora cuando presenciamos el regreso esperado por generaciones tras generaciones de mamporaleños?  Ahora bien, a la razón antes señalada es preciso añadir las gratas circunstancias que han hecho posible la realización del presente acontecimiento en dicha fecha, como lo es el gesto magnánimo del destacado escultor Ramón Quintero Roldán.

            El tener en su plaza de Mamporal un monumento representativo de la excepcional heroína de los tiempos de la independencia nacional deberá convertirse en una ventana propicia que permita a los habitantes de este Pueblo proyectar las posibilidades de la grandeza futura y renovar continuamente el compromiso de llevar a Mamporal a mejor plano de bienestar, de cultura y de progreso. Porque ocurre que estamos presenciando en los últimos años el despertar de Mamporal; pero no debemos sentirnos satisfechos y en actitud contemplativa regodearnos de ese crecimiento explosivo. A ese mayor número de casas y de almas estamos en la obligación de acompañar nuestro empeño consciente  de unir voluntades con el propósito de encaminar a Mamporal hacia los sitiales de brillo ocupados en épocas pretéritas.

            No hay duda que a ello nos ayudará la presencia de Eulalia Buroz quien nació unos cuarenta y dos  años después de la elevación de Mamporal a la categoría de Presbiterio Secular. Es decir. Considerando que Eulalia Buroz viene al mundo a finales del siglo XVIII cuando nuestro pueblo vivía una etapa de crecimiento acelerado y que durante los veintiún años que ella vive  logra elevarse a los más altos niveles de grandeza, representa el prototipo al cual en forma casi obligada convergerán las miradas de los mamporaleños.

 Resulta sorprendente imaginar la vida de nuestra heroína: es la última de los seis hijos del matrimonio formado por Francisco Antonio Ramos González y Maria Isabel Sánchez Romero, nacida en el pueblo de Mamporal el 12 de febrero de 1796 contrae matrimonio cuando apenas sobrepasaba los dieciséis años con un joven de la localidad llamado Juan José Velásquez pero los azares de la guerra por la independencia  y su profundo sentir de patriota le Imposibilitan llevar una vida tranquila y sedentaria. Todo lo deja en la certeza de que “quien lo deja todo por un ideal superior nada  pierde y gana todo cuanto le  consagra”. En 1813 está en Caracas viviendo en el hogar de los esposos Capitán Evaristo Buroz y doña Josefa Antonia Tovar y Bañes y desplegando sobresalientes labores en beneficio de la causa de la revolución americana junto con los integrantes de la familia Buroz. El año siguiente pasa por Mamporal formando parte de la triste emigración hacia las regiones del oriente del país que ordena Bolívar. Seguidamente peregrinará por Cartagena y las Islas Antillanas, retornando a Venezuela en 1815 y ser lacerada por la noticia de la deplorable suerte corrida por su esposo el Oficial republicano Juan José Velásquez. Se casará nuevamente en 1816, ahora con el Coronel Charles Chamberlain, Edecán del Libertador, pero tampoco vivirá momentos de reposo ya que no podrá separarse de las contingencias de la guerra que la envuelve y porque además el destino la acercaba en forma presurosa al momento culminante de su heroicidad. Esa ocasión llega el día 7 de abril de 1817 cuando los patriotas no pueden resistir al ataque inclemente de los realistas. Ante el pánico, confusión y lamentaciones que reinaban en el antiguo convento de los franciscanos, de Barcelona, improvisado como fortaleza, se desplaza solícita la extraordinaria belleza y valentía de los veintiún años de edad de esta ejemplar mamporaleña, socorriendo a los necesitados y tratando de impartir ejemplo de serenidad y sosiego en esos cruciales momentos. Su esposo que convalecía de la herida resultante de un anterior combate, muere de un tiro de su propia pistola. Entre el fragor del combate se abre paso Eulalia Buroz armada de pistola y de su gran arrojo. Muere en un acto de sublimidad heroica y es desgarrador su final físico pero su grandeza crece con los años como esas cumbres que parecen más elevadas sobre el horizonte a medida que uno se aleja más de ellas. Sean estas pocas pinceladas parte del cuadro más completo que muestre la figura de la heroína por antonomasia del trágico y deplorable suceso de la Casa Fuerte de Barcelona, la mamporaleña inmortal doña Eulalia Buroz.

(Fue publicado en diario El Universal, Caracas, viernes, 19 de diciembre de 1975. página 1-5, año LXVI.- Nº23893)

 Fuente: Carmelo Paiva. com

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